jueves, 26 de abril de 2012

PREJUICIOS

Adán y Eva tentados por el fruto prohibido.


PREJUICIOS



Desde que Dios creó al hombre y la mujer, todos tenemos una identidad y estamos pendientes de la mirada del otro. Poseemos un sentido de pertenencia que se irá definiendo, sobre todo, a través de los valores y las creencias que nos transmiten nuestros padres durante la primera infancia. Ya incluso en la Biblia, se cuenta que, tentados por el demonio, Adán y Eva pecaron, es decir, “probaron el fruto del árbol prohibido”, y no pudieron sentirse más desnudos o despojados, por lo que necesitaron cubrir sus cuerpos para protegerse de los demás.



En nuestra sociedad y en todos los países del mundo sucede este fenómeno de la identidad, del sentido de pertenencia, de creencias, valores y estereotipos definidos.

El ser humano para pertenecer a un grupo o ser aceptado por otros, adopta ciertos modelos, ciertas modas, va con la corriente de lo que impone la comunidad de la cuál quiere formar parte.


Desde que somos niños además de imitar a nuestro primer modelo de referencia que son nuestros padres, luego adoptamos lo que nos enseñan o aprendemos en el colegio de nuestros pares y docentes.

Y así seguiremos formándonos y adoptando modelos, incluso en la adultez, tomando posturas frente a diversas situaciones, muchas veces impuestas inconscientemente por las masas para lograr la tan ansiada aceptación del otro, ya sea en el ámbito profesional, social, académico, de esparcimiento o religioso.

Son éstas elecciones buenas o malas que hacemos en la vida, las que forjarán nuestra personalidad y reflejarán que queremos ser y adonde queremos pertenecer.

El problema está, cuando frente a la incesante mirada del otro, actuamos en bloques, en masas, para no quedar fuera de lo que el sistema impone. Quizás nos rehusamos internamente a comportarnos como los otros lo hacen, pero sentimos que no hay opción y copiamos el modelo impuesto.

Esto es un poco lo que sucede en el cortometraje "PUNTO DE FUGA", unos alumnos, esperan a su maestra en el aula del colegio completamente desnudos, como manifestación de rebeldía. Esta al ingresar a la clase, se sorprende primero, pero luego intenta explicar las teorías matemáticas como si fuera un día habitual.
Algo en su cabeza hace ruido y sabe que está lejana a llegar a las mentes de sus alumnos porque ella es la diferente en ese contexto, ella está vestida. Por lo que decide despojarse también de sus ropas para estar en condiciones de igualdad con el alumnado.

Explica completamente desnuda las teorías sin voltear su mirada del pizarrón, hasta que culmina, gira su cabeza y ve a través de sus brillantes ojos negros a todos los adolescentes vestidos.

Vuelve a ser la distinta, ahora por estar desnuda y atina rápidamente a taparse con sus manos. Ya es tarde, tocó la puerta una autoridad.

La moraleja de “Punto de Fuga”, es que muchas veces hacemos acciones similares al prójimo para pertenecer al mismo círculo de gente, sociedad, para poseer la misma ideología y frente a la mirada de los otros, perdemos nuestro autocontrol, nuestro dominio, nuestra personalidad y nos convertimos en sujetos bobos, sujetos atomizados, irreflexivos y dosificados.

Como consecuencia de ésto, corremos el riesgo de quedarnos solos en el camino de la vida, como le sucedió a la maestra, reflejando una imagen que no queremos que se vea frente a otros. Y el circuito continua, hay una nueva mirada ajena, en este caso de punto de fuga, la de la autoridad institucional, que inquieta y alarma.

Esto ocurre porque los seres humanos, a diferencia de los animales, somos complejos y siempre nos pondremos en una situación de exposición frente a la mirada del otro; El " ojo del gran hermano", es decir, de mi prójimo que siempre todo lo ve.